Cuenca es un ciudad muy hermosa, rodeada por cuatro rios, Con casi 2000 de altura.
Gracias a la comercialización del sombrero de paja, los franceses coparon la ciudad y muchos exportadores construyeron sus casas con diseños traídos de allá, por eso es que abunda el latón y la mezcla española y francesa
Esta ciudad contrasta con todo eso y se vuelve un lugar muy interesante y a la vez muy tranquilo, no deja de ser un pueblo. Los domingos la ciudad muere y no sale nadie a la calle, son muy domingos... Ciudad religiosa, como todas.
Ahi me reencontre con las conchas, Caro y Beti, alias, Miryam y Judith. primero me acogieron en un piso que habian alquilado y luego nos mudamos a una casa antigua a una cuadra de la plaza Calderon que es el mero centro.
El ultimo día, cuando nos despertamos para irnos, la casa tembló. Inicialmente pensé que eran los autos, es preciso saber que el edificio es de unos cien años, por lo que sus paredes son de adobe. Eran las ocho de la mañana y daba vueltas en la cama, por lo que mi claridad no era total en cuanto a los estímulos del exterior. Al levantarme Santi me pregunto: ¿Sentiste el temblor? Efectivamente se había movido todo el edificio y con ello la certeza de que había sido un sismo. Era la primera vez que vivía algo así. Me conmociono un poco la situación, y claro que no fue una catástrofe porque sino no estaría escribiendo esto y una nueva desgracia ya hubiera salido en todos los diarios del mundo, pero la sensación es muy singular, única. Luego preguntando me entere que es muy común que esto ocurra, y de hecho, es algo bueno, ya que cuando hace mucho que la tierra no tiembla la gente se preocupa: algo grande esta por venir.
Asi fue que pase un mes en la ciudad de los sombreros, casi sin darme cuenta.
Al otro día me fui para el Parque Nacional Sangay, a un lugar que se llama El Altar, un lugar sagrado para los originarios. El parque es de los mas lindos que vi en Ecuador. Pleno de vegetación, bastante húmedo, se comenzaba subiendo unas cuestas bastante frondosas, para luego pasar a una pradera en medio de la montaña con unos caballos salvajes pastando y por detrás de eso el volcán, y girando la montaña, el refugio y la laguna amarilla. Finalmente no pude ir a estos dos últimos por que se hacia de noche y ya no habia colectivo para volver, pero de volver se trata y volveré para hacerlo y acampar allí, el lugar lo obliga.
El hostal era Lo de Napo (Napoleon), las chicas ya se habian ido para Quito, y rapidamente para Bogota porque tenian un vuelo hacia DF, empezaba a ser el fin de nuestra compañía. Pero ahi en el hostal conoci a una banda de locos maravillosa. Muchos musicos habitaban el lugar, y luego de unos dias todos coincidimos en seguir viaje, asi fue que el ultimo dia al mediodia salimos a tocar todos para luego separarnos. La tocada fue fantastica, sentimos que estaba bueno lo que haciamos, que a la gente le gustaba, que la pasabamos bien, asi decidimos seguimos viaje juntos.
Primero nos fuimos para Baños de Agua Santa. Un pueblo que descansa en la lardera del volcán activo, Tungurahua. Llegamos haciendo música, y eso fue lo que hicimos durante ese fin de semana. La banda se consolido y surgió el nombre de Los Juanetes del Ritmo, por la sencilla razón de que todos nos llamábamos Juan. Juan Manuel, un parcero colombiano cantaba y le daba a la guitarra, Juan Matias hacia los bajos con otra guitarra junto a Arturito (un parlante autoamplificado que tenia) y los coros, Juan, solo, no tenia segundo nombre pero si una compañera entrañable llamada Anita con la que también viajábamos, tocaba un instrumento que se llama Wash Board que es para la percusion, una tabla de lavar con metal que se toca con dedales y suena una maravilla acompañado por cencerros, timbre de recepción de hotel y otros chirimbolos mas, y finalmente Juan Ignacio en el matofono y canto. Nuestro repertorio derivaba siempre en la cumbia. Los termas comenzaban originales y devenian en ritmo tropical.
En Baños visitamos el Pailon del Diablo y la casa del árbol. El pueblo es muy bonito. Esta encastrado en medio de unas verdes montañas. Es ceja de selva pero es bastante mas humedo que otros lugares del genero. De allí se sigue a la ruta que va para la selva.
Nos fuimos de Baños con dirección a la laguna de Quilotoa. Pasamos primero por Ambato, capital de la provincia de Tungurahua. No vimos mucho, y lo que vimos no nos gusto en verdad. Seguimos a Latacunga, capital del Cotopaxi. Pasamos la noche y al otro dia me levante temprano y me fui a recorrer la ciudad. Cabe destacar un factor común en las ciudades serranas del Ecuador. Todas tienen sus calles adoquinadas, son de estilo colonial y muy tranquilas. La sensación es que uno esta en los pasillos de un spa, la gente relajada no se hace mucho problema. No hay ruidos de bocinas, o malos humores. El caracter de la gente de la selva o de la costa, es bien distinto, bastante mas picaros, rapidos, uno va mas desconfiado.
Llegamos a la laguna de Quilotoa. El lugar pertenece a los originarios del lugar. Ellos la administran junto a parques nacionales. No te cobran por entrar, solo uno va y paga un hospedaje. Ningun parque nacional es Ecuador es tarifado. Eso es algo maravilloso, como asi que todos son de facil acceso, generalmente junto a la ruta, ahisito nomas.
La laguna esta incrustada en un volcan inactivo, en la orilla habitan unas algas muy especiales que le dan un color verdoso a la laguna que la hace parecer el caribe, es francamente muy singular el lugar.
Nos cruzamos a Cris, un ecuatoriano que habiamos conocido en lo de Napo, y nos llevo a la casa de una pareja que alli vivia. Ella, Delfina, 25 años mas joven que él, Gregorio. Se habian juntado porque ambos eran viudos, y asi podian compartir sus ratos. La casa era de adobe con pisos de tierra y cuises por doquier, criados para ser ingeridos en un futuro no muy avanzado. Tenian su campo a unos kilómetros y se iban bien temprano a eso de las seis de la mañana cuando la luz todavia no aparece. Llegaban por la noche y comíamos juntos frente a la fogata. Inolvidable.
Pero el frio y las ganas de seguir nos despidieron de la laguna. Destino proximo: Quito.
Salimos muy temprano de la laguna y llegamos por la tarde a la estación de la capítal. Nos fuimos a buscar un hospedaje. Las primeras caminatas de la ciudad me hacian acordar a Bolivia. Por la gente y sus facciones, aunque hay muchos otros bien diferentes, pero también por cierto desorden en las calles, suciedad, caos. Pero conforme una la empieza a caminar se da cuenta que Quito es una ciudad muy estimulante, muy ecléctica. Con calles cerradas por puentes, adoquines gigantes, edificios de diversos estilos imponentes, y todo esto en medio de la montaña. Es una de las ciudades que mas me impactaron hasta ahora en el viaje, sin poder decir que es bella, es otra cosa, esta vinculada a otro tipo de imagen.
Enganchamos las fiestas del lugar. Otra vez, que raro. Pero no estuvimos muy por la labor. Mas bien tocamos bastante. El fin de semana nos fuimos a Mindo, un pueblo de selva, hipermegaarchi húmedo que esta a dos horas hacia la costa. El lugar nos gusto y la gente nos recibió muy encantada con la musica que haciamos asi que a los dos dias decidimos volver y asi fue. Le dijimos chau a la ciudad y nos devolvimos pal verde. Paramos dos dias en la casa de una peruana y un venezolano muy copados que nos dejaron tirar las carpas en su jardin. En una de las caminatas que hice por el lugar, conoci a Eduardo que se estaba haciendo una casa de ensueño a la orilla del rio. Me dijo que al otro dia se iba para Otavalo (al norte de Quito) al cumpleaños de la madre, y como nosotros ibamos para alli, al otro dia nos encontramos y nos fuimos juntos. Conocimos a Cecilia su hermana, que se peleaban por la política, ella hablaba pestes de Correa y el defendía a rajatabla su gestión. Algo me sonaba familiar...
Cabe aclarar que Eduardo era un tipo de izquierdas, aunque de profesion Marketing y habia sido alumno en la universidad de Jaime Duran Barba, ese amor de ser humano. Durante el viaje nos dijo que al otro dia nos queria invitar a almorzar, y a la fiesta a tocar, para su madre. Accedimos inmediatamente a ambas cosas, y asi fue como al otro dia nos encontramos y nos fuimos para un pueblo llamado Cotocachi a comer sus tipicas carnes rojas, muy rico plato a base de carne desmenuzada tostada de cerdo, con mote, palta, y algo mas que no recuerdo en este momento y que no era arroz. Despues nos fuimos para la laguna del Cotocachi, que era de la onda de Quilotoa pero con una isla en el medio y sin esas algas verdes en la costa.
Desde la provincia del Chimborazo hasta la de Imbabura un atraviesa la ruta de los volcanes, hay muchos, algunos activos otros no.
Uno de esos dias nos fuimos a conocer el lago Cuicocha y la ciudad de Ibarra, ya eran los últimos cartuchos de Ecuador.
Teniamos dos opciones: cruzar a Colombia por Ipiales, una frontera muy congestionada o irnos para Lago Agrio y cruzar por el Putumayo. Elegimos la segunda. Asi nos tomamos un bondy desde Ibarra hacia la ciudad casi fronteriza de Lago Agrio. El viaje inicia por zona de montaña y de a poco se va adentrando en la selva. El lugar me hizo acordar a La Higuera, montañas inmensas vegetadas por un verde fuerte, un cambio casi automático de sequedad a humedad, y la selva Ecuatoriana que conocia por primera vez. Llegamos. Para todo esto ya nos habiamos despedido de Juan Manuel, el parcero colombiano de la banda que se había ido para su pais por un compromiso musical que tenia con unos colegas. Trabajamos, nos fue muy bien, la gente agradecía mucho lo que hacíamos. No muchos van a hacer música por esos lares...
Cruzamos a Colombia. Adios Ecuador. Lugar marcado a fuego en mi. He sido muy feliz en él, su tranquilidad, su gente, su amabilidad, su extrema sencillez me atraparon.
Entrabamos a Colombia y la energia era completamente otra. Ya el trato de la gente cambio conforme cruzamos el puente que separa los dos paises.
La gente ya no es tan tranquila. Estabamos entrando por el lugar que durante muchos años fue el foco de la guerrilla, y por el cual nadie transitaba. El primer destino fue La Hormiga. Ciudad comercial, fronteriza, donde tambien nos recibieron muy bien. Ahi conocí a Ramiro. Al dia siguiente de aterrizar, caminabamos con los chicos cuando me detuve a ver algo en un local, ellos siguieron y los perdi. Los espere un rato en la esquina pero no aparecieron , quien si lo hizo fue un señor que nos habia escuchado la noche anterior cuando tocamos en una panaderia. Se me acerco y nos pusimos a hablar. Me enseño el rio y nos sentamos, miro mis zapatillas y me dijo: Tengo unas zapatillas para vos. Cuanto calzas? A la media hora estamos en su casa y yo me iba con dos zapatillas que me habia dado mi nuevo amigo Ramiro. Hacia dos dias habia visto sus suelas, tenian un agujero. Las habia recauchutado todo lo que habia podido, luego de un año de viaje me habian aguantado todas las andanzas, pero necesitaba urgentemente otro calzado y de ser posible resistente. Ahi estaba Ramiro, al otro dia, para darmelo. El camino siempre provee.
Seguimos viaje para Mocoa. Esta si era la ciudad de la guerrilla. Se sentia en el aire, se olfateaba la espesura de lo que habia sido la locura de la guerra y la violencia. Hoy la capital de Putumayo es una ciudad tranquila, segura, aunque ahora sin la guerrilla ocupando esos territorios todo se esta vendiendo a empresas extranjeras. En la primer noche nos fuimos a tocar, conseguimos una fecha en un bar llamado Havana, y conocimos a Claudio, un chileno que nos presento a Santiago, un locutor de radio que nos invito a ir a su radio a hacer unos temas y a hablar del viaje. Asi fue. Lo visitamos y por la noche tocamos en el bar. Fue la despedida de Los Juanetes del Ritmo, ya cada uno tomaba un camino distinto, asi que habia que dejarlo todo. Tocamos como 15 temas, ya no teniamos mas repertortio, pero la gente venia pidiendo "otra" hacia media hora, nos quedaba una sola cancion. Nosotros siempre tocabamos, cuando pasabamos la gorra en Ecuador, la cancion del Comandante de Carlos Puebla, pero sabiamos que en Colombia, no la podiamos tocar, y menos en Mocoa. Dije unas palabras introductorias para que el impacto no fuera demasiado y comenzamos a cantarla, cerré los ojos esperando el impacto en mi pecho, juro que fue una sensacion indescriptiblemente intensa y confusa. Al terminarla (otra estrellita mas) nos aplaudieron y el dueño del bar que nos habia contratado se acerco a Lana, la novia de Juan, y le dijo: Ya hay que ir terminando, la gente quiere escuchar otra musica... y consecutivamente la mesera le pregunto si no podiamos tocar otra revolucionaria. Esa situacion habla de la circunstancia que esta viviendo Colombia con el tema de la paz.
Al otro dia nos despedimos los Juantes y me fui a acampar rio arriba, para al otro dia ir para San Agustin. Me levante, me bañe en el rio, me fui a la ruta, y conoci a Miguelito. Un camionero entrañable que viajaba a Cali a comprar gallinas para vender en La Hormiga, unas charlas, donde tambien metia algun bocado Kevin, un ayudante que lo acompañaba a todos lados, y llegamos. Salia de la provincia de Putumayo para pasar al Huila, donde habitaron culturas hasta hoy desconocidas y que muchos de sus legados se encuentran en diferentes partes del mundo. Por ejemplo un aguila que esta en la parque arqueológico se encuentra tambien en un parque en Egipto. Los científicos no han podido corroborar a que cultura corresponde, porque ademas hay estatuas y figuras de muchos tipos y formas que corresponden a diferentes lugares. Aqui nace el macizo colombiano, donde la cordillera de los Andes se dividen en tres, oriental, central y occidental. Algunos dicen que era un lugar de encuentro y ceremonias de culturas con muchos conocimientos, muchos hablan de relaciones con seres de otros planetas. Alli me quede como tres dias, recorri los alrededores, fui al cause y a la quebrada del rio Magdalena, rio sagrado para aquellas culturas, que nace en el macizo y atraviesa todo el pais. Volvi a tocar solo, pero senti la huella de Los Juanetes del Ritmo, una gran escuela que atesorare para toda mi vida y que espero en el caribe me vuelva a cruzar.
Me despedi de San Agustin y derecho al desierto de la Tatacoa. Dedo con Eduardo en una Chiva (camiones de madera como si fuera un trencito de plaza gigante donde hacinan a los turistas) y despues con otra parejita, Angelica y no me acuerdo el nombre de él, que me invitaron a cenar un pescado muy rico y a dormir en la terminal de Mocoa. Al otro dia tempranisimo para el desierto de la Tatacoa. Me tome un bondy que iba parea alla y me baje mal, me baje en un pueblo, en medio del valle, que se llama La Victoria, debo confesar que el nombre me sedujo. Pero ahi no se llegaba al desierto, habia que volver al pueblo anterior, Villa Vieja. Me habia bajado en un pueblo arrocero y los bichos me devoraron en un segundo. Di unas vueltas arme la carpa y me dijeron.. Parce aqui no es... tiene que devolverse al pueblo anterior... El calor rozaba la locura, si bien no es un desierto, es muy extrema la temperatura. Me tome el colectivo que volvia, lo espere tres horas en las que fui un zombie (habia dormido muy poco la noche anterior) luchando contra los insectos del infierno. Volviendo apenas entraba al pueblo vi un lugar que decia hospedaje, con unas sombras hermosas, me avalance sobre él. Ahi conoci a Honorio, su mujer de la cual nunca supe el nombre y Floro, que trabajaba con ellos. Honorio, recopilador de mitos oriundos, donde reina el diablo, y cuentista magico que teletrasporta con su voz y sus rimas. Nos pasamos unas ratos fantásticos, mientras también les cantaba, haciendo tiempo para ir al desierto y que el sol no me rajara el cuerpo. Me aventé y una pareja de un yankie y una rusa me dejaron en el desierto. Lugar sagrado, cargado de informacón, pleno de San Pedros, Parque Nacional él. Un lugar desierto para una experiencia mistica con la Huachuma.
Por la noche acampe en medio del desierto, que en verdad es un Bosque seco tropical, ya que tiene mucho verde, aunque te lo venden come desierto, yo esperaba encontrar arenas y arenas pero eso nunca ocurrió, y al otro dia a la ruta.
Se me venian las fiestas encima y las ganas de ver a Ginna y Carlos amigos colombianos de Madrid que se volvieron a sus pagos. Primero vuelta a Mocoa y de ahi dedo a la capital.
Me levanto Diego, un profesor de derecho de la Universidad de Amazonas, charlas y charlas... Su tio habia sido narcotraficante y contaba que de chico cuando iba a su casa habria un armario y le regalaba un fajo de billetes para sus golosinas y muchos mas. Entre recoleccion de mangos en la ruta y almojabanas nos despedimos con un abrazo.
Llegue a Bogota y Ginna paso a recogerme. El corazón me estallo despues de siete años de distancia. Nos fundíamos en un abrazo interminable. Nos vinimos a la casa a actualizarnos, lo que se podía mientras el sueño nos dejaba, polas (cerveza) de por medio y raudales de amor.
Al otro dia nos fuimos para el centro. Ciudad serrana la capital, con estilo español, con grandes edificios oficiales y un barrio de encanto: La Candelaria. Asi entre charlas pasamos los días hasta que nos tomaron las fiestas, primero navidad y después año nuevo. En el medio conocimos el Museo del Oro, un sitio particular, donde se ve el que trabajo de los aborígenes en la materia es imponente, el nivel de detalle en los acabados es poco visto.
Ginna alquila los cuartos de su preciosa casa, allí trabajan unos buenos personajes y funciona una radio que pasa una musica muy interesante que mezcla la salsa y el electro, copa todos los silencios.
Despues de mucho años de quererlo estoy en Colombia un pais de extremos, donde se mezcla una violencia inusitada con un pueblo encantador que solo se dispone a vivir lo que surge sin compromisos y con ansias de paz.

No hay comentarios:
Publicar un comentario