Haneke tiene la habilidad de hacerlo todo tan real que no lo queremos creer, nos muestra una brutalidad inusual, pasiva pero despiadada, que no estamos acostumbrados a ver. Hasta podrÃamos llegar a aliarnos con el aburrimiento como escusa para zafar de ver sus pelÃculas. La densidad con la cual nos carga como espectadores es tremenda, pero sobre todo, porque reproduce una especie de esqueleto de la desgracia humana, su destrucción.
Expuesta en blanco-negro, pareciera decirnos y hablarnos de la dialéctica del propio hombre, ese mismo que posee toda la pureza e inocencia de su existencia pero que no puede hacer mas que destruirla.
El ritmo de la pelÃcula es devastador. Haneke sabe muy bien como ponernos en juez y parte del odio por el otro.
Dicho tema es recurrente en el director alemán. Es esto lo que lo mueve a hacer sus pelÃculas. Se pregunta cómo es posible engendrar tanto odio por el otro. Recordamos, la alemana, Funny Games...
Pero su planteo no es de ninguna manera ingenuo, no necesita justificar el porque de estas reacciones, le basta simplemente con mostrar la historia a través de un esquema dinámico que prioriza los silencios y la estética lentista de la propia degradación, junto con actuaciones imponentes, sin fisura alguna.
Pero su planteo no es de ninguna manera ingenuo, no necesita justificar el porque de estas reacciones, le basta simplemente con mostrar la historia a través de un esquema dinámico que prioriza los silencios y la estética lentista de la propia degradación, junto con actuaciones imponentes, sin fisura alguna.
No hace mas que hablar de nuestra humanidad, de la imposibilidad de amarnos, de generan un cambio profundo en la manera de relacionarnos con el otro, de cuidarlo, quererlo, admirarlo.
Por otro lado, es una constante advertencia. Lo que vemos en este film ha ocurrido hace casi cien años atrás pero si lo traemos hoy aquà no resulta anacrónico, todo lo contrario, las condiciones en donde nos estamos moviendo no son muy diferentes a las de aquellos tiempos.
De una inteligencia única, nos advierte de los posibles peligros de una sociedad que basa sus valores en el odio, la competencia, la envidia, la mediocridad y la antipatÃa.
De una inteligencia única, nos advierte de los posibles peligros de una sociedad que basa sus valores en el odio, la competencia, la envidia, la mediocridad y la antipatÃa.
Eric Fromm lo dejaba claro en el Miedo a la libertad: "Era impensado plantear una identificación tal con un personaje carismático como Hitler, si la gente, que no tenia rumbo, no hubiera temido a la libertad de la forma que lo hizo. Necesitaban ser guiados por alguien que les dijera exactamente lo que tenÃan que hacer."
Haneke es un grande de nuestra época, que rueda lo que realmente quiere, que nos hace creer que se puede decir la verdad de las cosas sin tener que quedar bien con nadie, que mas allá de todo hay una verdad; que nos critica y se critica de la manera mas inteligente que puede hacerlo, con la crueldad que pocos logran, buscando simplemente advertirnos de los peligros de los caminos escogidos. PodrÃamos decir que funciona como un alarma que no muchas veces escuchamos y que si la escuchamos, en general, preferimos ignorar. No nos deja indiferentes, ya que justamente, es de lo que habla: la indiferencia del hombre ante su propio ser y par.
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