“Luego de un recital paupérrimo en Belgrado, considerado como el peor en la historia de la ciudad, la cantante suspendió su gira europea”. Esto es lo que decían los periódicos de todo el mundo. Obviamente, luego, la debacle.
Nuestros ídolos, héroes, celebridades, personas de culto en la disciplina que sea, o como se las quiera llamar, son presas de una sinergía que todo lo destruye, todo lo centrifuga, y donde no importa nada si esa imagen genera lo que el mercado quiere; nosotros mismos. Nadie da tregua si no se esta en la forma, en el acierto, o por lo bien que le queda la droga, o por lo mal que le queda la integridad.
“¡Teníamos miedo de que fuéramos a morir, la gente estaba loca!” Decían Los Beatles cuando viajaron a los Estados Unidos en su primera gira. Posteriormente John no pudo pasar del susto, y moría asesinado por el fan Mark D. Chapman el día de la virgen en la todopoderosa Nueva York. Nada ha cambiado demasiado desde ese tiempo a esta parte, por el contrario, todo se ha profundizado.
Es absoluto el conocimiento de que el nivel de exposición de esta gente es necesario para una identificación personal de cada integrante de la sociedad con alguno de ellos, y para ser justos, es bastante raro que no nos guste algún famoso con todos los que hay dando vueltas. Es inevitable identificarse, o buscar identificarse, con alguien por mas bueno, feo, malo, con onda, o croto que sea; es muy poca la gente que vive en una metrópolis y escapa a esto, sin reparar en clases sociales.
Pero claro, en la telaraña de simbolismos de nuestro cerebro distinguimos lo que nuestro entorno nos da masticado, aquellos se ven como gente muy débil y muy frágil con una responsabilidad establecida en un importante contrato: “te doy lo que soy y vos me das tu voto de confianza y crédito”.

Los artistas (masivos) de hoy nos demuestran que todo acto es posible, si se es artista, porque todo tiene la capacidad de resignificarse, o bien, todo puede ser una expresión que no escapa a la conducta humana, cuando la contundencia de la coherencia y la búsqueda de una verdad constructiva es evadir ese contacto, por la tan preciada integridad. Básicamente podríamos decir que todos son gatos del mismo vecindario, con la diferencia que a algunos veneramos y a otros rechazamos. Las dos caras de la misma moneda.
Y ahí las Amy, las (salvando las distancias) Janis, los Kurts, los Jimis, y muchos más… víctimas de su propio talento, ambición y desconcierto. Solos quisieron meterse en esos pastizales; gracias por sus vidas ya que el mundo es otro a partir de ustedes, pero hoy por la escalera de la leyenda comienzan a subir. ¿Qué pasa con ellos, son lo que son por lo que generan en cuanto a un gusto estético o moda, ó por qué tienen todo por hacer y en ese “como” lo hacen nos deslumbran entregando su verdad mas humana aunque muchos se aprovechen? ¿Nosotros? ¿Tenemos los huevos de dejar de querer a aquellos que salen en fotos presuntuosas, para referenciarnos en aquellos que lo dejan todo porque creen que lo que sienten es necesario darlo, solo por el simple e inmenso hecho de trascender transmitiendo una verdad interior?
Sería bueno que viéramos en el espejo de lo real por un rato, y buscar su intrigante doble, así talvez nos libere de esa idiotez de foto fácil y youtube barato en la que estamos inmersos. Esto evidentemente plantea la cuestión principal: ¿qué tipos de ídolos, artistas, referentes queremos tener y en que tipo de sociedad pueden hacer de la mejor manera su trabajo?
¡Stop! ¡Basta de farsas! La pregunta es otra ¿Qué tipo de tipos queremos ser y que tipo de sociedad nos ayuda a dar lo mejor?
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