viernes, 22 de mayo de 2020

Fidel Cuba

26 de noviembre. Llueve en Buenos Aires y se dispara la metáfora al recibir la noticia de la muerte del comandante en retiro Fidel Castro... un cielo libre que llora por la partida de un luchador en la tierra negra del propio hombre, o bien, la reencarnación de un oasis en el desierto.
Hace ya dos años que estuve en Cuba. Recuerdo que a dos días de mi partida Fidel iba a dar una conferencia sobre un libro acerca de su vida, que se habia publicado en aquel momento. Tenia 88 años. Dude en cambiar el pasaje para poder estar presente en la cita, pero tenia compromisos que no podía postergar, y ademas pensé que lo mas importante ya lo había vivido.
Lo que mas me impactó de Cuba no fue Fidel, ni la revolucion que seguía muy presente alli, sino la gente y su consciencia de pueblo. Cuando un cubano hablaba parecía que lo hacía por todos, su consciencia colectiva era muy evidente, honesta, raro me fue encontrar a alguien que desde su léxico se despegara de esa imagen que se producía casi instintivamente. Su manera de vivir ya la conocemos.
¿Pero es posible disociar esa imagen de la revolución? ¿Es posible pensar que un pueblo puede sentirse tal, si nunca ha luchado codo a codo por lo que le corresponde?
Fidel ya había dejado de ser el conductor del pueblo cubano, y en su lugar estaba Raul, su hermano e integrante permanente y muy importante de la revolución, del que se conoce poco y se habla menos, pero que ha velado de la manera mas fiel por los intereses del pueblo que ahora comanda.
Hoy es difícil pensar una Cuba por fuera del capitalismo. Derrotado el régimen comunista por el consumista, el lagarto del caribe queda a merced de la vidas de sus conductores, que siempre son cortas. La larga vida de Fidel en Cuba es un ápice en la historia del pais, y ni hablar si pensamos que estamos a meses de la apertura de una embajada de EEUU en suelo cubano.

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