“¿Y sabes?, no supe que estaba triste hasta que me pidieron que cantara”
Cómo saberlo, cómo saber una tristeza que me agarra si quiero cantar. Ahí nomás me da cosa, me apaga la vergüenza, el oído me habla y la boca se abre, pero la voz no sale y la alegría no llega. La amiga de madera me guiña para que la toque, no se hace la sonsa, no tiene miedo. Y si suena como sana... y si toca, me emociona. Entonces ahí me dan las ganas de la voz para afuera. Pero no hay en la verdad cosa mas fuerte que la voz que no sale cuando la tristeza me abraza. Como una bocanada sin aliento que me raspa si quiero encontrar en el aire alguna excusa que se plante frente a ese dolor que avanza.
Valiente garganta a mi rescate.
La veo... sería la tierra, mis velas flamean hacia ella. En la garganta, una pelota. Como un nudo en la garganta, como se dice, así cuando lo dicen, un nudo en la garganta. Se me viene la fuerza, las lágrimas y la rabia, entonces me atrapa una revuelta por dentro, no la conozco, ¿de donde viene? no la conozco dije, qué se yo, las notas enjuagan mi voz y la de madera repica, se expande su alma, se agranda el horizonte, porque todo el cuerpo vibra cuando las paredes me escuchan. Y así empuja el aire dentro mio porque vuela la canción, donde la sonrisa se acomoda, la tristeza se cayó.
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